Desde Noruega hasta la Inglaterra del siglo IX llega una nueva entrega del credo, donde la magia, las traiciones, las rimas y las conspiraciones son parte fundamental de una entrega épica que se acerca a ser el Assassin’s Creed perfecto.
Yo no soy objetiva hablando de la saga de asesinos. Me cuesta dejar de lado la fanática que llevo adentro. Sus dos entregas anteriores además tocaron 2 de mis civilizaciones favoritas, la griega y la egipcia. Pero con Valhalla, el último capítulo de este credo pasaba la dicotomía de que, si bien es una de mis sagas favoritas, la civilización vikinga me provoca nada.
De todas formas, creo que mentiría si no reconozco que el hype me subió a mil cuando supe de que el juego pasaría de las consecuencias de la Guerra del Peloponeso a la construcción de la Inglaterra Anglosajona. Un salto de casi 1400 años en el pasado y seguramente algunas semanas en el presento de Layla.
Poco a poco Ubisoft comenzó a soltar más información y el pasado 10 de noviembre el juego llegó a las consolas. Después de casi 50 horas en Eivoy solo me queda preguntar, ¿es este el Assassin’s Creed perfecto?
Un despertar vikingo
Hay una fiesta. Todos somos amigos, celebrando alguna victoria bajo litros de hidromiel. Un ataque sigiloso nos hace caer. El animus está fallando y nos pregunta a nosotros si queremos jugar con la versión femenina, masculina de Eivor. En casi de que no queramos ninguna, podemos escoger una que, según sus acciones se irá definiendo a lo largo del juego.
Varios años después nos encontramos codo a codo defendiendo nuestras tierras nuevamente. Los daneses poco a poco bajan a Inglaterra, que sigue tratando de estabilizarse después de dejar de parte del caída imperio romano. Sus reinos son disputados y esto se presenta como una excelente oportunidad para comenzar de nuevo luego que en el norte nuestros deseos de conquista no son escuchados.
Así comienza nuestro viaje. Donde fácil, las primeras 5 horas son introductorias ya que, sobretodo Noruega, no se siente como un Assassin’s Creed. El juego se toma el tiempo en construir el un enganche e incluso el credo se nos presenta de una, sin detalles y como un portazo, lo que nos va a llegar a una construcción de subtrama sumamente interesante, en especial cuando esta se empieza a mezclar con la mitología nórdica.
¿Entonces?
Comencé esta reseña preguntándome si este era o no el Assassin’s Creed perfecto y creo que, puliendo algunos detalles y como no, esos bugs que a esta altura “son parte de la experiencia” (y que no, no deben serlo) este juego se acerca mucho a responder un SI, pero todavía no puede ser rotundo.
Valhalla demostró que Ubisoft está en el camino correcto. Que Origins no fue suerte, que Odyssey no fue producto de la influencia griega en occidente. En Valhalla la historia es atractiva, el combate es heroico y épico y el credo sigue tan vivo como oculto.
Las mecánicas del juego tambien fueron ajustadas, levemente por cierto. Permitiendo que todo lo bueno de las entregas anterior siga ahí y se refuerce.
No creo que sea un juego para “probar por primera vez que es un Assassin’s creed”, pero si es un juego para reafirmar lo que es el espíritu de la saga.
Gracias Ubisoft Latinoamérica por el código para realizar esta reseña, la cual se hizo probando las versiones del juego en Xbox One y Xbox Series X.