Después de algunos intentos parece que Netflix encontré el camino correcto para adaptar, al mundo real, las series de anime.
Ver la adaptación de Death Note fue “difícil”, luego ver la de Full Metal Alchimist fue un claro indicio que Netflix estaba aprendiendo y ahora llegó Bleach, animé que tengo que confesar dejé de ver y leer hace años pero que disfruté mucho en su primera temporada.
Comencé a ver la película por una mezcla de morbo e interés. Quería ver que tanto me acordaba y que tanto se habían “esforzado” en hacer una buena película ya que, en mi opinión, los live actions tienen que gustarle a dos públicos muy distintos: los fanáticos de la serie y quienes quieren ver una película y entender todo sin tener que ver 20 capítulos de una serie.
¿El live action que merecemos?
La historia es muy similar al anime. Comienza con un recuerdo del pasado donde Ichigo Kurosaki – el protagonista – está compartiendo con su madre y le comenta que ve a una niña, que en realidad es un espíritu. Luego llegamos al tiempo presente, donde Ichigo está defendiendo a un espíritu y nos cuentan, mediante unas graficas muy poco sutiles pero que le dan aún más toque de anime, que Ichigo tiene la capacidad de ver fantasmas.
Su vida, que, salvo el detalle anterior, es muy normal, va a girar en 180° cuando conozca a Rukia Kuchiki, una shinigami que tras un ataque requiere la ayuda de Ichigo para continuar con su misión.
A medida que la película comienza a correr me acordé de esas tardes leyendo el manga. En los primeros minutos sentí que la película iba demasiado bien encaminada y por un momento pensé que se iba a descarrilar de forma brutal. Pero no. La adaptación de este anime está sumamente bien lograda, mucho mejor que lo que vimos en las 2 películas anteriores, donde a ratos las libertades creativas pasaban como una falta de respeto y no como un elemento que ayuda a la narrativa.
La diferencia fundamental entre las tres cintas es el nivel de participación de la compañía streaming, ya que en esta ocasión no es productor, sino que distribuidor global y por eso la pudimos ver con una diferencia mínima de tiempo desde su estreno japonés. Warnes Bros Japón también corrió con la misma suerte ya que, si bien participó en las otras cintas, aquí mantuvo un rol más pasivo.
Entonces, ¿hay que verla?
Si. Si te gustó la serie o si nunca la viste, dale una oportunidad, la que incluso puede ser en español o bien en japonés subtitulada.
La dirección, fotografía y efectos especiales está muy decente, lo mismo que el humor y el drama.
En su elenco nos vamos a encontrar con algunas caras conocidas, como por ejemplo Miyavi, quien en esta ocasión interpreta a Byakuya Kuchiki. Los protagónicos se los llevan Sota Fukushi como Ichigo Kurosak y Hana Sugisaki como Rukia Kuchiki, quienes además son acompañados por Ryou Yoshizawa como Uryuu Ishida y Taichi Saotome, quien da vida a Renji Abarai.
En la dirección de película está otro conocido, Shinsuke Sato, quien tiene una basta experiencia en la industria siendo escritor y director de diferentes animes y live actions así como videojuegos.
A Netflix se le vienen más cosas con el anime y, aunque no lo crean, Death Note tendrá una secuela y de verdad espero que esta aprenda de sus errores y nos entregue productos decalidad como Bleach.